jueves, 17 de julio de 2014

VEINTE MAS VEINTE.....


                Con mis 20 años en cada pierna , que ahí es nada, voy cambiando posturas, postureos y afanes varios.

                Y es que aunque suene a topicazo, la edad, la experiencia, las vivencias van minando la persona pero también, pese a los palos, van puliendo personalidad, esa personalidad que tanto nos cuesta sobrellevar a veces  porque no suele ser del gusto de todos.

                Pero no es sobre personalidad sobre lo que hablo, es más bien sobre la superación y la adaptación, sobre ser capaz de tropezar una y otra vez pero aun con moratones, saber levantarse del suelo y "tirar palante" como decimos por esta tierra.

                En mi post adolescencia, recién entrada al trabajo y a la vorágine social, mis ganas de triunfo y prosperidad, de aceptar retos para conseguirlos, eran tan grandes que cada día se convertía en una carrera contra el reloj, para llegar a no sé dónde y en no sé cuánto tiempo a ese final de éxito que me habían marcado.

                Pero ya en la cuarentena, casada, con hijo, en paro, con la mente mas gastada, la cosa cambia.

                Después de un sinfín de años trabajando para un vecino incierto y dedicando una pequeña parte de mi intelecto a sus menesteres impuestos, llega el desempleo, el reciclaje, el " qué hago yo aquí y como salgo si ya no me acuerdo de nada".

                Me veo como estudiante novata , tratando de recuperar un tiempo perdido, vivido pero un poco perdido, porque todas aquellas cualidades , aquellas fortalezas que se tenían, se van perdiendo de no usarlas.

                Así que ahora, con libros de primero, con materiales actualizados, volvemos al punto de partida, a la salida.

                Pero aquí entra una variable, que en la veintena no existía, variable importante, tan importante que se hace critica a la hora de superar los obstáculos , la experiencia. Y no me refiero a la experiencia laboral, esa que se coloca en un curriculum vitae. Me refiero a las experiencias vividas, a esas situaciones funestas que a fuerza de pasarlas nos van haciendo más rudos pero más fuertes.

                Hoy, con un intelecto atrofiado pero con más ganas si cabe que hace veinte años, me dispongo a entrar de nuevo en la vorágine , pero esta vez más calmada, con la lección aprendida y sabiendo que volveré a tropezar de nuevo, pero con la piel más curtida y oscura, pero más impermeable.

                Veinteañeros, apartaos, que vuelvo.

sábado, 7 de junio de 2014

RETOMANDO


                Una vez terminados mi exámenes, retomo mi actividad critica, la que no me da de comer pero que me da mucho para aprender. Esa actividad diaria que me hace observar todo aquello que me rodea e ir analizando la idiosincrasia del mundo y de los que viven en el.

                Y es que, aunque pueda sonar un poco pedante, yo soy de las que no se cree la mitad de lo que le cuentan y además se permite el lujo de dudar sobre la otra mitad. Vamos, que me jode que intenten colármela, me jode, y mucho .

                 Adicta a los juegos de Facebook, reconozco que las redes sociales, sirven de mucho para comprobar cuan imbéciles somos todos, y que no se confundan mis palabras, yo me incluyo en la masa, porque sí, yo soy imbécil , lo reconozco.

                Cuando uno se para un minuto a mirar las redes sociales desde arriba, como un todo, uno se da cuenta de cuantos datos pueden aportarle,  tanto de asuntos banales  como de aquellos que no lo son tanto. 
                Aseguro que se puede hacer un estudio sociológico en toda regla con solo chequear  a diario tu muro y el de tus amigos, vaya, y el de los amigos de tus amigos.

                Es terrible ver como creemos firmemente sobre nuestra independencia mental y social y al mismo tiempo estamos totalmente atados a las opiniones y actitudes de los demás. Y no nos damos cuenta, pero no somos libres, para nada. Somos presa fácil y, dependiendo de nuestra afinidad, caeremos en unas garras u otras, pero caeremos, eso seguro. Tengo muy claro que todos tenemos una parte vulnerable, una parte que deja abierto un hueco, y por el van pasando sutilmente informaciones parciales, que nos van arrastrando poco a poco hacia un extremo u otro del espectro de ideas. Tengo claro que hasta el más erudito ha caído en la garras de algo o de alguien y sigue preso de ellas. Y aun sabiendo  que jamás lograre una total independencia psicológica y mental del resto del mundo quiero por lo menos intentarlo, para poder decirme a mí misma, que una pequeña parte de mi no pertenece a la masa.

                Y ahora, me voy a echar una partida de Candy Crush, que me relaja.

                Black Sheep.